En este mundo existimos muchísimos psicólogos y psicólogas dedicados a dar consultas así que en el artículo de hoy te propondré algunas señales de alerta de las cuales debes estar pendiente al momento de tomar tus sesiones.
Cada psicoterapeuta tiene una forma y estilo de trabajo diferente, incluso siendo de la misma corriente, cada quién le dará su toque, sin embargo, hay ciertas actitudes no muy éticas y es necesario visibilizarlas.
Ser acompañante conlleva una gran responsabilidad ya que los consultantes se acercan con los brazos abiertos y te permiten entrar por lo que es necesario acercarnos con empatía y cuidado.
Primero veamos algunas buenas señales:
- Te escucha sin juzgar: parte de nuestro trabajo es crear un espacio seguro y de confianza, aquí recae una de las diferencias entre platicar con una amiga a ir a terapia. Ser escuchado sin recibir comentarios juzgadores como: Seguramente tú también estabas haciéndole algo.
- No deja que sus creencias y prejuicios se interpongan: cada persona tiene creencias diferentes, ya sean de tipo religiosas, culturales, sociales. Los psicoterapeutas deben ser neutrales y respetar las ideologías, de igual manera, pueden tomar la decisión de canalizar con otro profesional que comparte dichas ideas.
- Valida tu sentir: este va en conjunto con el primer punto, es totalmente indispensable que tu terapeuta te haga sentir que todo tu sentir es válido. Usando frases como: “yo en tu situación también me sentiría muy triste”, “por supuesto que estás enojada” y no hacerte comentarios de que estás exagerando.
- Comparte sus reflexiones e incluso habla de sí mismx (es público): se tiene cierta creencia ortodoxa de que los psicólogos no pueden compartir sobre su vida, sin embargo, se genera un vínculo más estrecho si habla de sí mismo. Puede que te cuente alguna anécdota o experiencia similar a la que le estás refiriendo.
- Te escucha atentamente sin prisas para tocar otro tema: si necesitas un par de sesiones enteras para hablar de lo mismo, está bien, no debes sentirte apresurada a cambiar el tema y tampoco te pueden imponer hablar sobre algo en particular.
- Respeta tus límites: sabemos que hay temas difíciles y dolorosos, estos no suelen abrirse tan rápido o se tocan superficialmente y no tiene nada de malo. Lo mejor es que tu terapeuta conozca estos temas complicados para ti y no te presione para tocarlos.
Las señales de alerta se ven así:
- Dirige todas las sesiones: el acompañamiento es como un barquito, tu remas de un lado y el terapeuta de otro, ambos dirigen y guían las sesiones a los objetivos terapéuticos que los 2 construyeron.
- Te invalida: no solo tu sentir sino también tus pensamientos, como si lo que tú creyeras fuera incorrecto. La invalidación puede sonar así: “lo que me cuentas seguro no pasó así”, “eso que estás pensando solo es parte de tu imaginación”, “no deberías sentirte enojada”.
- Te presiona para tocar temas que te parecen incómodos: esto lo puedes notar si te hace preguntas de los mismos temas una y otra vez a pesar de que le dijiste que no quieres hablar sobre eso, puede ser con respecto a una situación particular en tu vida o un tema en general que no te agrada.
- Te culpabiliza: te hace creer que las razones por las que vas a terapia son por tu culpa o que tu sentir es generado únicamente por ti. Se presenta con comentarios como: “tú te metiste en esa situación”, “te hubieras salido antes”, “no hiciste nada para parar la situación”.
- Escucha más no presta atención: así como vamos a terapia a hablar, también esperamos recibir un mensaje a cambio pero si el profesional solo escucha más no te regresa nada y cuando le preguntas no te sabe contestar, quizás es porque no estaba prestando atención.
- No te aporta confianza: muchas personas evitan la terapia porque creen que es incómodo hablar con alguien extraño, sin embargo, desde la sesión uno se puede crear un vínculo entre terapeuta y cliente. Es esa sensación como de estar platicando con alguien conocido que te aporta calidez.
Recuerda que la terapia es un espacio en donde te puedas sentir seguro, cómodo y con la confianza de abrir temas dolorosos o incómodos.
Donde puedas expresarte, ahí es
